EL NECRONOMICÓN
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El más popular de
los libros inexistentes. Una obra de ficción que más de un demente afirmaba
haber leído en la realidad, y que es atribuida a un tal Abdul Alhazred (All has
read – el que lo ha leído todo), que no era otra cosa que un alias de un
extraordinario escritor de talento. El cual lo usaba desde su infancia, allá a
comienzos del siglo XX. Lo más insólito de Howard Phillips Lovecraft
(1890-1937) no es que solo creara una riquísima mitología personal que dio
lugar al llamado “Cosmic horror”, sino que fue poseedor de una bibliografía
apoyada casi en exclusiva en el relato corto.
Publicando la gran
mayoría de su obra en revistas “Pulp” de la época (años veinte y treinta del
siglo XX), como la inmortal “Weird Tales”, que a partir de ese momento quedaría
asociada a su obra, a su persona, y a la de sus colegas. Como Robert E Howard;
el guerrero de ojos tristes, creador de Conan, Rey Kull, Red Sonja, Solomon
Kane, y de tantas maravillosas historias que dieron lugar a lo que hoy es la
fantasía heroica, acá “espada y brujería”. Clark Ashton Smith, fue quizá uno de
los miembros de Weird Tales más cultivados a nivel literario, y que ahora empieza
a tener una justa reivindicación tras décadas de un injusto semi-olvido.
Relatos magistrales como “Hiperbórea”, son tesoros incalculables.
Quizá Robert W
Chambers y su obra magna “El rey de amarillo”, no es considerada parte del
circulo de Weird Tales en el sentido literal, pero sin su obra, quizá Sprage le
Camp, Thomas Ligotti, Willen Hopfrog Pugmire o S.T. Joshi no habrían podido
escribir la suya, para ser los grandes alumnos aventajados del maestro de
Providence; un sitio real, ubicado en Rhode Island. Me dejo la mayoría de
nombres en el tintero, aunque August Derleth suele ser considerado el gran oportunista
del grupo, pero también se suele olvidar que fue el principal salvador y recopilador
de la obra del maestro, aparte de editor de la imprescindible Arkham house en
los años posteriores.
Robert Bloch llegó a
cartearse con Lovecraft, y hasta le homenajeó en el relato “El vampiro
estelar”, pero el paso de los años le convirtió en un artesano de las letras,
con frecuencia menospreciado por la crítica, tras saborear la gloria con
“Psicosis”, que dio lugar a la gran obra maestra del cineasta Alfred Hitchcock.
Lovecraft ha cargado siempre con una serie de prejuicios, y más en estos
tiempos castradores. Que si era un racista; más por imposiciones de la época
que le tocó vivir, que por presunta ideología o militancia. Jack London era más
incendiario, y eso no evita que sea un narrador extraordinario. Y dudo mucho
que cualquiera de nosotros esté libre de toda culpa, si juzgáramos las
conciencias, como decía Quevedo.
Señores, yo ahora
mismo tengo unos 47 años, la edad en que falleció el gran maestro de Providence.
Pero tengo la impresión de tener todavía toda una vida por delante, porque pude
haber muerto hace solo unos meses de un coma diabético, y al parecer los dioses
arcanos se han compadecido de mí, porque todavía tengo unas cuantas historias
que contarles.
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