AQUELLOS ENTRAÑABLES TERRORES DE QUIOSCO . A RAPH BARBY

 

Una de las mejores cosas que mi madre hizo por mi, fue transmitirme su cinefilia, y su amor por la lectura. Y yo, como buen vástago, eleve esas pasiones a la enésima potencia. Soy cinefago hasta la médula (hasta quise ser director), y soy lector voraz. Se asustarían si viesen mi cuarto. Y me quedo corto si comparo mi número de libros con la cantidad que se gastan otros colegas míos, pese a que llevo deleitándome con la literatura desde los 12 años, y ya tengo 47.

Es de normal que un buen lector vaya a su librería favorita a pillar ejemplares de primera mano, y sin embargo en mis años mozos, debido a mi escasez presupuestaria, tenía que ir tirando de quiosco. Y lo que había eran ediciones baratas de revistas yanquis como el Asimov magazine, u otras por el estilo, pero sobre todo aquellas novelas de apenas 100 páginas o poco más, escritas en muchas (demasiadas) ocasiones por veteranos artesanos de las letras, que no podían esperar a las musas y se dejaban los dedos sobre el teclado, para cumplir con una fecha límite de entrega. Novelas del oeste (las más populares con diferencia), románticas, policíacas, y siempre en un rincón particular las de ciencia ficción y terror. Porque uno era demasiado pequeño y no solían ser toleradas a menores.

Más allá de dogmatismos o clasistas literarios, a los españoles siempre les ha gustado el fantástico se diga lo que se diga, el problema es que se acepta cuando proviene de otro lugar; de otras latitudes. Porque aquí somos asquerosamente realistas y nuestros temores son brutalmente cotidianos. De ahí que los pioneros en los géneros de la ensoñación, tuvieran que recurrir a los pseudónimos de turno para hacerse aceptables; para el lector popular. No sólo por razones comerciales, sino también por necesidad. Un autor español, no vendía, porque aquí esas cosas no pasan. De ahí que las tramas siempre fuesen anglosajonas, o de latitudes similares. Incluso hoy, los que escribimos ciencia ficción o terror de normal, nos pasamos al terreno UK/USA casi por costumbre. De forma instantánea.

Recuerdo una rueda de prensa, en la Hispacon de Burjassot del 2010. Yo cubría la convención para el blog Red de C-F;, y aquella mañana la estrella absoluta era Laura Gallego García, a la que se comían una horda de chavales. Pero yo estaba en la rueda de prensa de los grandes escritores de la literatura de quiosco. No recuerdo sus nombres, tendría que investigar, pero oír sus palabras e impagables anécdotas, fue la más importante lección de escritura que uno podía echarse a la cara. Aquellos tipos habían sentado las bases de la actual generación de autores que ya no tienen reparos ni prejuicios en firmar con su propio nombre. Ese fue su gran legado. Un saludo a todos los grandes artesanos de las letras.




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